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REACCIONAR

un Cuento de
Cazzolla Pablo




La tostadora sobre la mesita del living, y yo, sentada en el sillón, pensaba: esta porquería, me mandaron. Ni siquiera es un diseño vintage, o lindo, algo que sea un poco más instagrameable. No. Es una tostadora común y corriente. Blanca. Es una mierda, en realidad, yo no quería esto, quería una sanguchera o una waflera, algo más…aesthetic. No digo tampoco una waflera con la cara de Mickey, como la que le mandaron a Larilú, que es lo más; pero, aunque sea que manden algo que a una le den ganas de agradecer con una publicación copada, porque encima eso, ahora tengo que agradecerles y mostrar esta porquería en mis historias, o perder el contacto. Y la verdad que no estoy para perder contactos ni seguidores, con lo que cuesta conseguirlos. Además de que no tengo tantos. Pero claro, ella tiene más de doscientos mil, entonces sí le mandan cosas copadas, como la waflera esa o cremas super caras. El mes pasado, se pasó una semana entera en Mendoza, en un hotel super lindo y la invitaron a recorrer un montón de bodegas. Si yo quiero viajar, me lo tengo que pagar yo y arrobar a todo el mundo para intentar conseguir algún canje. El finde estuve en Mar del Plata y arrobé a media ciudad, y lo único que conseguí gratis fue una merienda. Encima, no estaba tan rica, el cheese cake era malísimo. Igual les hice una publi relinda, obvio.

Con Larilú nos conocimos en la escuela primaria, éramos amigas. La secu yo la hice en otro colegio y nos dejamos de ver, pero la encontré en Instagram y volvimos a estar en contacto. En realidad, Instagram me recomendó que la siga, yo no la busqué, ni me acordaba de ella. Además, se llama María Lara, nunca la hubiera buscado como @larilú­_99ok. La empecé a seguir porque vi que tenía un montón de seguidores y posteaba cosas interesantes: unboxing de carteras, maquillajes, ella haciendo crossfit en Palermo o mostrando algún bar con mucha onda. Cuando le hablé por DM no pensé que me iba a responder y menos que se iba a acordar de mí. Pero le hablé del colegio, le nombré a algunos compañeros y pegamos onda.

Después nos vimos. Nos encontramos en un bar que ella es amiga y nos dieron tragos gratis. Hablamos toda la noche, nos reímos, la pasamos super. Lari se copó y me arrobó en sus publicaciones de esa noche. También posteó una foto juntas. Ahí me empezó a seguir gente nueva y subió un poco mi número de seguidores, pero igual sigue siendo bajo, comparado con el de ella. Tengo que seguir usando las cuentas falsas que creé para tener más likes en mis publicaciones, pero es mucho trabajo: cada vez que publico algo, tengo que entrar a cada una de esas cuentas y ponerme like, guardar las publicaciones, compartirlas con esas cuentas. Y a esas cuentas también tengo que hacerlas tener actividad para que no se note que son falsas. Cada publicación que hago me lleva un trabajo enorme, laburo mucho más que Larilú y no tengo ni la mitad de los seguidores que tiene ella, ni consigo tantos canjes. Y si no fuera por mis cuentas falsas, tampoco tendría la cantidad de likes que tengo.

Después de esa vez que nos reencontramos, seguimos viéndonos. Salimos un par de veces más, hasta que una noche me invitó a su casa. Desde la primera vez que nos vimos, ya me había parecido que personalmente no era tan linda ni tan perfecta, como se la ve en Instagram. Pero bueno, todas usamos filtros, para eso están. Nadie puede pretender que una publique algo sin ponerse un filtro. Lo que no me esperaba era que viviera en un departamento tan normal. La cocina sí es relinda y moderna, pero después tiene un rinconcito del living armado para las publicaciones, y nada más, el resto de los ambientes no tienen nada de especial, ni siquiera son lindos. Cualquiera que vea sus publicaciones, pensaría que es una casa lujosa. Pero no.

Esa noche estuvimos juntas por primera vez y la verdad es que estuvo bastante bien. Empezamos a vernos más seguido y nuestra relación iba cada vez mejor, pero ella no quería blanquearla en Instagram. Decía que prefería que cada una siguiera publicando sus contenidos. Si además de likearle una publicación, yo le dejaba algún comentario sobre nosotras, o diciéndole algo lindo, lo que sea, ella se enojaba y me hacía eliminarlo. Eso sí, cada tanto publicábamos alguna foto juntas, como esa primera noche en el bar de Palermo. Me tenía que conformar con eso.

Hablamos sobre esto, pero ella decía que le parecía mejor así, que le gustaba estar conmigo y juntas la pasábamos bien, pero hacerlo público no era algo importante. Le pedí que al menos me ayudara con mis publicaciones, que las compartiera, que me recomendara a sus seguidores, pero tampoco quiso. Dijo que mi contenido no era acorde al suyo y que iba a ser obvio que somos pareja. Esa vez sí me enojé, y no le hablé por unos días. Fue un tiempo antes de que se fuera a Mendoza. Cuando le volví a hablar, no me respondía los mensajes. Dejó de seguirme, me bloqueó en Instagram; me gostheó.

Pero como ella no sabía que yo tenía cuentas falsas, yo seguía siguiéndola y viendo todas sus publicaciones. Así me enteré anoche de que estaba en ese boliche, posteó algunas historias bailando y tomando tragos, y arrobando al lugar. Yo no tenía ningún plan, ni nada que hacer, así que me fui para allá.

La ubiqué al toque, vi que estaba con más gente. Me hice la boluda un rato, paradita al lado de la barra, hablé con algunas personas que se me acercaban, pasé mi Insta. Tranqui. Igual la miraba a cada rato, no fuera a ser cosa que se vaya y se me terminara escapando.

No me hizo falta encararla, porque fue ella la que se acercó a la barra y me vio. Pensé que me iba a ignorar, que no iba a querer hablarme, o que verme la iba a poner histérica. Pero nada que ver, se sorprendió de que nos encontráramos ahí. No pareció molestarle, al contrario, nos pusimos a hablar. Creo que reaccionó así porque estaba bastante borracha. Yo le reclamé un poco por haberme gostheado, ella me pidió disculpas, me dijo que ella es así, que la entienda y la perdone. Si no hubiera estado en una, como estaba, no sé si me hubiera pedido perdón. Pero igual no me importó, yo quería estar con ella. Tomamos un par de tragos más, posteamos el encuentro, para ella casual, y nos fuimos juntas. Terminamos en mi casa.

Así que hoy nos levantamos retarde, ella con un poco de resaca. Se ve que la pasó bien anoche conmigo, porque mientras comíamos algo, le pregunté si no se copaba con una publi juntas para agradecer lo que me llegó ayer, y esta vez me dijo que sí. Es más, sugirió hacer un vivo; desde su cuenta, obvio. Dijo que tiene más onda y es mejor para aumentar la cantidad de seguidores. Yo me puse recontenta, la abracé, la besé y le re agradecí. Me preguntó si le prestaba ropa para ponerse después de ducharse y le dije que obvio, que eligiera lo que quisiera. Anunció en su feed el vivo para dentro de una hora y se fue a bañar.

Volvió al living ya arreglada, yo la esperaba sentada en el sillón. Teníamos que pensar un poco lo que íbamos a decir y en qué momento mostrar la tostadora, que yo ya había dejado arriba de la mesita. Cuando la vio, me preguntó qué hacía eso ahí. Le dije que era el artículo que teníamos que agradecer, lo que me mandaron ayer.

Se empezó a reír. Cada vez más. Miraba la tostadora y se reía más fuerte. ¡Es horrible, boluda!, me dijo. No dejaba de reírse. ¡Ni loca! ¡Olvidate del vivo! ¡Yo no puedo mostrar esta porquería! Me costó entender lo que decía, aunque la tenía sentada al lado, porque las palabras se le mezclaban con las carcajadas. Se sacudía de la risa.

El primer golpe fue en la sien. Dejó de reírse automáticamente, como si la hubieran silenciado, y me miró. Una línea de sangre le corría ya por la mejilla. Iba a decir algo, pero le di el segundo golpe, de lleno en la frente con uno de los lados anchos de la tostadora. Creo que fue bastante fuerte, porque la tostadora se abolló y la cabeza de Lari pegó un sacudón y volvió para adelante como si hubiera tenido un resorte en la nuca. El tercero se lo pegué con todo en la parte de arriba de la cabeza. Adentro de la tostadora, algo hizo ruido de romperse.

Se quedó quieta, con la cabeza mirando al suelo. Entonces le enrosqué el cable en el cuello y tiré de los dos lados. Se sacudió un poco, de la boca le salían ruidos y baba. Cuando dejó de agitarse, solté el cable y se cayó de costado. Quedó en el piso, entre el sillón y la mesita donde antes estaba la tostadora y ahora el celular de ella, con la sesión de Instagram ya abierta.

Me voy a dar una ducha rápida y a ponerme divina para el vivo, que está por empezar en veinte minutos. Mientras, voy a pensar bien que decir sobre por qué Larilú me dejó la cuenta a mí. Algo se me va a ocurrir.

Lo que no voy a poder hacer, es agradecer la tostadora, así toda abollada y manchada, así que a ese contacto lo voy a eliminar, y listo. Igual no importa, los contactos de Lari son mejores que los míos.

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