un articulo de
Pedraza Pablo Alejandro
A las Madres del Dolor
De niño miraba el cielo con asiduidad. Aquel caos perfecto de estrellas salpicadas por sobre mi cabeza, con esa gracia inescrutable que solo el universo podría lograr. Un lienzo infinito; en el cual, sin la brújula que me regalaba la presencia de esas pequeñas luces, aquel espacio oscuro podría transfigurarse en un dilema de incertidumbres o hasta en algo tenebroso. Y así crecí, con la certeza incuestionable de saber que ellas siempre estarían allí, en el firmamento.
Ya siendo adulto, descubrí que también existen estrellas dentro de la ciudad. Sí, aquí, visibles durante todo el año entre las calles de Buenos Aires. A ellas no las afecta el clima, los celajes grises de las tormentas, la lluvia copiosa o la diversidad lumínica de los arcoíris. Uno pensaría que nada podría nublar la presencia de esas estrellas terrenales, ni siquiera el hecho de poder encontrarnos bajo el dominio de un esplendente sol o la ausencia de la palidez lunar por las noches. Pero nuestra mirada parece reposar en otros brillos. Quizás superficiales o pasajeros, aunque lo suficientemente cegadores para no advertirlas.
Ayer me encontré con una de esas estrellas cerca del corazón de la urbe; o podría decir que ella me encontró a mí. Languidecía, en esta metrópolis dormida que vive anestesiada en sus propios sueños de ombligo. Estaba abrazada a un poste, igual que una señal vial, en la esquina de Combate de los Pozos y Humberto 1°. “Mauricio, 33 años”, decía en el centro de aquel astro amarillo… “En memoria de una víctima de tránsito”, rezaban unas letras blancas sobre un zócalo negro debajo del nombre.
Me quedé por un momento en aquel sitio, atravesado por el desgarro de imaginar lo que allí había sucedido. Luego, avancé entre pesares y silencios, tratando de recuperar mi postura habitual, cuando a las pocas cuadras me tropecé con otra: “Thomas, 14 años”. Me insté a continuar, pero antes de llegar a mi destino me crucé con dos estrellas más: “Agustina, 23 años” y “Julián, de 30”…
¿Cómo era posible que no las hubiese visto antes?
De pronto, me hallé fatigado, pude sentir el peso de mi conciencia presionándome el esternón. Fue cuando comprendí que la ciudad estaba repleta de estrellas, ramificándose entre las calles como una constelación construida de ausencias y dolor.
Hoy, cuando camino por la ciudad, se me aparecen a cada paso. Junto a decenas de transeúntes y automovilistas, apurados y sumergidos en sus propios mundos.
Tal vez un día me encuentre con tu nombre grabado en una nueva estrella. Y me quedaré allí, contemplándola como a tantas otras, con la amargura de saber que pudimos evitarlo…
O quizás seas tú quien se encuentre con la mía.
“Mapa de Estrellas Amarillas en la Ciudad”, construido por los familiares de las víctimas junto a varias ONG’s.Acompañá a los familiares el 21 de noviembre 2022: En el Día Mundial de la Víctima Vial, a remontar barriletes con forma de estrella.Informate en: https://www.madresdeldolor.org.ar/event/21-de-noviembre-d%C3%ADa-mundial-de-la-victima-vialProyecto de Ley “Alcohol cero”.


