Rosenfeld Marcela @Marcela_Rosenfeld
Escritor ocasional - Lector ocasional poco participativo
desde hace 5 años y 191 dias en la comunidad
36 AMIGOS EN LA COMUNIDAD ( 36 Amigos en comun )
ver todos...
0 SEGUIDORES EN LA COMUNIDAD
Seguir al autor


Paseo entre letras e imágenes. Observo y cuestiono. Cuando me canso de mí, voy a caminar por el bosque.
Libros:Ravis (2022), Más allá de lo extraño (2021) 
Participé en la antología "Escritores de la Sade" (2020), y en el fanzine Flama.

Obras Publicadas
SUBLIMACIóN
de
Rosenfeld, Marcela
publicada hace 78 dias


Publicada el Miercoles 25 de Diciembre del 2024, publicada hace 78 dias
" SUBLIMACIóN "


Sutil arraigo

es mi manera de caminar.

Voy por la orilla

y me rodeo del pastizal.


En el sendero

siempre me encuentro con “el faisán”.

Es un reflejo,

como otras formas, es irreal.


Ahí comienzo

a hallar secretos al natural.

Luna mediante,

fiel confesora de la verdad.


El agua mansa

siempre me acecha en soledad.

Me muestra el rumbo

y me apuntala al caminar.


Todas las formas

que se suceden con “el faisán”,

son como el agua.

Se desvanecen al avanzar.


Aún disfruto

de este desfile tan personal,

que me recuerda

que nunca es tarde para soñar.



SEñALES
de
Rosenfeld, Marcela
publicada hace 78 dias


Publicada el Miercoles 25 de Diciembre del 2024, publicada hace 78 dias
" SEñALES "


  —Claro que te engaña.

    Mis palabras caen como un ladrillo para Lidia. Hay demasiadas señales: llegadas tardías a casa, un aspecto mejorado de Pedro, su marido. Aprendí de Fabio, que dios lo tenga en la gloria. Lidia se levanta al recibir una llamada de su hija.

    Aprovecho el paréntesis para acercarme al ventanal. Desde allí observo la pileta, y un pulcro césped. Siempre envidié la vida de mi mejor amiga. Me casé con el hombre equivocado. Por eso seduje a Pedro. Cuando Fabio nos descubrió, actuamos rápido, pobrecito. Por eso también sé que Lidia es una cornuda.




NOCHE DE PAZ
de
Rosenfeld, Marcela
publicada hace 82 dias


Publicada el Domingo 22 de Diciembre del 2024, publicada hace 82 dias
" NOCHE DE PAZ "


     Otra vez ese programa mugroso en la televisión muestra la cuenta regresiva. La tía Nora llegó sobre la hora de la cena con su incomible pan dulce de frutas abrillantadas. Desde que puso su emprendimiento culinario, toda su familia está obligada a probar sus inventos, con más de una corrida al baño. Ya estoy harta de los mismos personajes siniestros: mi abuela fue una descocada que tuvo ocho hijos. Ella ya no está, pero dejó a toda la descendencia atestada en nuestro pequeño hogar en temporada festiva. Los demás no tienen donde caerse muertos, viven en casas ajenas. ¿Qué sería de las fiestas sin la buena de Gladis, mi mamá? Para colmo, se quedan todos a dormir para pasar juntos hasta año nuevo.
    Ya están sentados todos los hermanos y mis primos. Sólo mi mamá y yo corremos de acá para allá con los últimos platos. Parece mentira, el feminismo aún no apareció por esta casa y ya estamos en el 2022… No es que quiera ser la buena samaritana, pero si no me levanto después me ligo tremendas bofetadas de mis papás. Y no puedo ir por el barrio con la cara rota. Después me hacen muchas preguntas.
    Dejo un plato para Fernando, el novio de mi prima Brenda. Me ligo una amable tocada en el culo. “Está firme” me tira el muy gil. No sé si es que ella no se entera, o se hace la tonta. Porque hace varios años que sucede lo mismo. A veces, él aprovecha para rozar mi pierna debajo de la mesa. Otras, bailamos y finge alguna tos para apoyarme cuando doy la vueltita. No es el único de la familia que me manosea. Mucho peor es durante las noches en que tengo que dormir con varios en el cuarto.
    —¿Ya está el pollo? —pregunta Mario, mi papá.
     Mi mamá asiente y lo trae a las apuradas a la mesa. No sea cosa que mi padre se empiece a enfurecer. No necesita mucho para perder los estribos. A medida que va aumentando el consumo de vino, se vuelve mas peleador. Ricardo, otro de mis tíos, se queja porque el pollo está muy seco. Su hermana Fabiana grita “porque no cocinás vos”, desde la esquina.
    Al cabo de un rato, sólo quedan huesos en los platos; me impaciento con la hora. Algunos creen que es mi emoción por las fiestas. Miro hacia el árbol apenas decorado y carente de regalos para disimular. Que se le va a hacer, muy pocos de estos trabajan. Los que lo hacen, viven de changas.
    Mario se queda dormido antes de las doce con la boca bien abierta y es imposible disimular los ronquidos con la música. Gladis baila como Gilda, con el mismo vestido al cuerpo, pero treinta kilos de más encima. Su rubio platinado no disimula las raíces negras. Aprovecha para histeriquear con Ricardo, que la mira sin disimular. Soy la única que queda para levantar todo lo que esta servido. Luego llevo las copas y la bebida para el brindis. Será con esas dos botellas de sidra que preparé para todos. No puede salir mal. Sirvo todo y me siento a un costado con mi copa especial.
    —¡Vení a bailar Maru!
    Me grita, a pesar de que estoy sentada al lado. Ahí entro en escena, fingiendo pasarla bien, y con una gran sonrisa. Porque se que esta es la última navidad que me hacen pasar papelones. Todos brindamos a las doce. Al rato, la sidra especial va haciendo efecto en varios. Mi mamá por ejemplo se cae para el costado y se agarra de la pared. Ninguno corre hacia el árbol. Muchos creen que es sólo un efecto de ebriedad. Pero yo se que, en breve, voy a disfrutar de una noche de paz.  


EL ESTIGMA DEL TIEMPO
de
Rosenfeld, Marcela
publicada hace casi un año


Publicada el Lunes 06 de Mayo del 2024, publicada hace casi un año
" EL ESTIGMA DEL TIEMPO "


    Para algunos es inabarcable; para otros, dura lo que un soplido. En definitiva, el tiempo es una de las pocas situaciones que nos pasa a todos los seres por igual. Aunque no del mismo modo. Desde que Albert Einstein desarrolló la teoría de la relatividad, el estudio del tiempo fue objeto de obsesiones. Donde muchos se desvivieron por manipularlo. Estudiaron su funcionamiento, mas de lo que se predispusieron a vivirlo. Stephen Hawking encontró un espacio donde detenerse con los agujeros negros. A partir de esos tratamientos, la literatura de ciencia ficción se valió de ellos, y de otros tantos artilugios, aun con tramas cuestionables a nivel científico, para justificar historias de viajes a través del tiempo y el espacio.

    Los motivos para utilizar ese recurso en los guiones eran variados. Desde conquistar a un amor platónico en “Cuestión de tiempo” (2013), hasta reparar errores, provocando mayores daños, en “El efecto mariposa” (2004). Algunos protagonistas eran presos de un eterno Déjà vu, sin siquiera haberlo buscado. El personaje de Bill Murray estaba atrapado en un, al parecer, interminable bucle temporal en “Hechizo del tiempo” (1993). Ya dado por vencido, aprovechaba esa condena para realizar alguna fechoría con impunidad. Eric Bana, personificaba a un viajero, cuyos desplazamientos desafortunados, lo llevaban a situaciones peligrosas en “El viajero del tiempo” (2009). Toda sus momentos felices fueron interrumpidos por extraños saltos en el tiempo. Era una víctima presa del mismo, sin poder evitarlo.

    Otros personajes recurrieron a distintos artificios para transportarse o detener los momentos para siempre. El personaje de Sbaraglia en “Tango Feroz: la leyenda de Tanguito” (1993) retrataba a sus amigos “porque ese momento no iba a volver a repetirse”. Gracias a esto, un Tango póstumo pudo verse hablando a la lente, sin existir ya en este plano. La distópica serie “Black Mirror” (2011) tiene un capítulo llamado “Toda t historia” donde el protagonista accede a los recuerdos visuales que alberga un chip instalado en su cerebro. Su obsesión lo lleva a perder el presente, en busca del pasado, para corroborar sus sospechas. En “Volver al futuro” (1985) observamos a Doc Brown y su dominio con el Delorian, un auto cuya configuración lo hacía transportarse a un tiempo indicado, con efectos cuestionables para el presente. Estos personajes nos invitan a cuestionarnos sobre los abusos en el uso de  dispositivos, teniendo al celular como abanderado en la carrera de descuidar el momento real, en pos de un espacio virtual, seudo real.

    Las apreciaciones sobre el tiempo abundan. Algunos afirman que “el tiempo es todo el tiempo”, Cerati cantaba que “siempre es hoy”. Mientras tanto, el tango llora sus penas por mantener vivo un recuerdo que nunca volverá. En cambio, escuchamos al Indio Solari advertir que “el futuro llegó hace rato”. La percepción sobre el paso del tiempo, y la idealización de un futuro o añoranza de un pasado, no tan glorioso como se lo recuerda, es tan variable como multitud de individuos existentes.

     Desde mi punto de vista, hay una manera de transitar el tiempo, por el cual una hora puede borrarse de un plumazo y unos minutos pueden durar una eternidad. Y eso depende de la conciencia. La atención puesta en los momentos vividos es clave para recurrir a ella. La irreparable pérdida de varios seres queridos y el distanciamiento de otros tantos, me llevó a recordar la poca presencia mental que tuve con ellos muchas veces. Eso no fue con mala intencion. Sólo descuidos por preocupaciones o uso de distintas pantallas.

    Existen otros modos de intentar capturar el pasado, para disfrutarlo en el presente. Consiste en el revival de las décadas pasadas en distintas disciplinas artísticas. El retorno de la serie Twin Peaks en su tercera temporada (2017), veintiséis años después de su precuela, dejó más interrogantes que certezas. Los personajes eran los mismos pero las tramas habían cambiado. Incluso ver series de hace más de diez años, nos instala en un universo intermedio donde no logramos compatibilizar con la estética o incluso el humor o guión planteados. Muchas veces nos encontramos con una trama lenta, que habíamos idealizado en su momento. Nuestros consumos culturales y maneras de percibir el tiempo de un modo fast food, distan de aquellos tiempos lentos y gloriosos.

    Bandas tributo a otros grupos musicales nos emocionan desde algún bar o podcast. Pero nos dejan con el sinsabor de aquello que no es idéntico a lo que fue. Especiales de música de los setenta, ochenta y noventa transcurren cada tanto en los canales y programas de música. Ciertos filtros o ediciones imponen una estética retro en los contenidos para redes sociales o producciones de moda. Todo eso nos lleva al pasado y nos trae de vuelta sin escalas. ¿Qué podemos decir sobre las biopics sobre diseñadores, músicos, escritores y distintos fotógrafos? Simulan una ventana desde donde aproximarnos a la vida de aquellos que no se encuentran presentes, y dejaron una impronta en la sociedad.

    En un ambiente más personal que artístico, la cápsula del tiempo es otro evento celebrado con esperanza y emoción . Ayer nomás, pasé por la facultad de sociales de Lomas de Zamora, de la cual soy egresada hace ya catorce años. Había jurado no volver. Tengo conflicto con los recuerdos y el cierre de etapas. Aprovechando la ocasión, visité su imponente biblioteca del predio. Me llamó la atención hallar una cápsula del tiempo, ubicada en la recepción, colocada con respeto dentro de una caja de vidrio, en algún intento por congelar los recuerdos. Días atrás, había leído que Mark Zuckerberg crearía un dispositivo de teletransportación, en forma de unas gafas de realidad virtual. En mi opinión, es cuestionable que por motivos de ahorro en costos de viajes o evitar el uso de transporte contaminante, se camufle una nueva manera de que nos quedemos en casa, mirando como todo sucede. Si alguien te diera a elegir entre ir a un lugar desde unos lentes tipo 5D y enfrentar la incertidumbre del viaje real ¿que elegirías?

    Era inevitable plasmar esta especie de artículo, o intento de ensayo para entender: ¿Porque aún nos empecinamos en intervenir en él? ¿Por qué no podemos tan sólo vivir el presente? Según Moris: “Solamente, el momento en que estás. Sí, el presente. El presente y nada más “ Los artefactos y dispositivos para almacenar los registros, nos dan cierto alivio por no perder esos recuerdos. No somos como Ireneo Funes, alias “el memorioso”. Por fortuna, porque eso nos llevaría a acercarnos mas a actuar como un procesador de texto y menos como un humano. En nuestro afán por retener los recuerdos, quitaríamos tiempo a la emoción que surge al procesarlos. No habría tiempo para ello.

    El motivo de mi visita a la facultad, era asistir a la charla del fotógrafo de la guerra de Malvinas, Eduardo Rotondo. Presentaba su nuevo libro “Malvinas: los ojos de la guerra” Me encontré inmersa en el relato, vivenciando todo con asombro. ¿Cómo era posible que el narrador relatara hechos que sucedieron hace cuarenta años, como si hubieran pasado la semana anterior? Incluso un grupo de veteranos de guerra que se hallaban en el auditorio, le consultaban por su punto de vista, y confirmaban la veracidad de su relato. Esa manera tan vívida de describir los hechos, me hacía casi palpar el suelo de las islas. Guiado por sus palabras, en mi mente estaba viendo distintos episodios que titularé a continuación:

1. La trayectoria de un fusil.

2. Un avión inglés derribado a balazos por un soldado argentino.

3. Pies engangrenados. La irreparable pérdida de piernas y otras extremidades.

4.El escaso homenaje a los veteranos.

    Su testimonio me hizo visualizar los hechos con mas claridad de lo que pude apreciar en los videos y fotos proyectados. El relato narrado que hace que el oyente pueda vivir el hecho como testigo, requiere de varias competencias. Por un lado, de la toma de conciencia del interlocutor al momento de escuchar el relato. Por el otro, una minuciosa memoria por parte del emisor del mensaje, para llevarnos a ese tiempo pasado que se siente como el presente.

    Todo eso me lleva a interpelarme sobre porque me apropio de ciertas herramientas de expresión, y porque las prefiero hasta para pasar mis ratos libres. La fotografía, el dibujo y la escritura, como medios para documentar aquellos momentos que ya no volverán. La lectura y visita a exposiciones, museos y bibliotecas para recurrir a los registros de otros. Cuando hago una investigación sobre ciertos temas de los que escribiré, viajo en el tiempo a mi modo. Incluso cuando busco las fechas de las películas para producir este texto, estoy hurgando en el pasado.

    Todos los dispositivos digitales e impresos de búsqueda, tienen una especie de limitación, pues los testimonios están condicionados con la subjetividad del narrador. Por lo cual, son pocos los momentos que pueden vivenciarse con una impresión exacta. Incluso las fotografías están editadas con intención de evidenciar algo en particular. De todo esto, surgen algunos interrogantes: ¿Vivir para recordar es vivir? ¿Qué espacio le queda al presente en ese dilema? Si vivimos los minutos con intensidad, para que cada momento cuente ¿será necesario acudir tanto al pasado?

    Por mi parte, hace mucho que intento abandonar la nostalgia. Esa sensación de regodearse en algún sentimiento por lo que se fue, aferrándose a él con todas las fuerzas. He pasado por el proceso de hacer abuso de esos viajes en el tiempo a través de mis consumos culturales. Y también llegué a restringirme con el tiempo que utilizo con los dispositivos. Hay en mí, una lucha por no perder aquel tesoro tan valioso llamado presente.Eso me lleva a transcurrir entre un abundante consumo y una desconexión total de las redes. “Carpe diem”, recitaba Robin Williams en “La sociedad de los poetas muertos” (1989). Utilizaba la expresión en latín traducida como “aprovecha el momento”. De nosotros depende, decidir si pasaremos ese instante irrepetible captándolo todo, o dejaremos un margen a la vida para que nos sorprenda.



SEñUELO
de
Rosenfeld, Marcela
publicada hace casi un año


Publicada el Lunes 06 de Mayo del 2024, publicada hace casi un año
" SEñUELO "

Para poder dormirme cuento ovejitas. Llegan de lugares remotos. Algunas son de tamaños diminutos. Otras, no caben en la pantalla. Muy pocas son grises. Las hay negras y descarriadas. Otras están pintadas de tantos colores como la paleta del arcoíris.
Por lo general, ellas me confunden con ese variopinto desfile. A veces, las encuentro interactuando, y las espío en sus actividades. De no ser por este conteo, no me hubiera enterado que, detrás de su tierna apariencia,  se encuentran los actos más atroces. Esas noches desearía ser parte del rebaño.